Las falsas verdades y los viejos dichos de la abuela

Lima, 29 de marzo de 2013

Hace unas horas estaba terminando un articulo para la Asociacion Peruana d e Economia y Derecho (APEYD), que en realidad debia ser una simple entrada de blog, pero no podia dejar de analizar con mayor profundidad el tema tratado. [Ello me suele ocurrir con frecuencia, escribir, analizando claro, me es inevitable].

Comentarios aparte, en ese articulo escribia sobre un tema serio, aunque eventualmente podria relacionarse la presunta veracidad de los dichos « de la abuela ». Esas frases o parabolas que tanto nuestros padres insisten, y seguramente sus respectivos padres en determinada época.

Basta aplicarle un poco de enfoque cientifico para hacerlos tambalear, aunque no siempre con éxito.

Personalmente, creo que los dichos son generalizaciones, nacidas de casos comunes en diversos grupos poblacionales y en diversos periodos de la historia, pero que no pueden ser aplicados universalmente.

No obstante, la trampa está en que no siempre se hace alusión a los mismos, sino sólo cuando justamente la casuística va hacia ese lado. Ello lo convierte en una suerte de refuerzo del caso concreto, más que una reiterancia de una supuesta regla general totalmente previsible y universalmente aplicable.

Dado que hay tantos dichos como casuísticas generales o más comunes, entonces buscan reforzar algo o generar una situación de futuro autocumplimiento, debido al poder social que puedan tener.

Por ejemplo, decir « quien mucho abarca poco aprieta », se refiere a que es probable que una persona que desee hacer muchas cosas, al final no consiga ni una bien. Ello puede ser cierto como no. Pero definitivamente la probabilidad de ocurrencia es suficientemente alta para que si se da el « fracaso » del sujeto, pues se refuerza esa relación causa-efecto, con el dicho en cuestión. Bastante conveniente no?

Y que ocurre si efectivamente esta persona hace todo bien lo anteriormente dicho? Pues puede decirsele que « no se duerma en sus laureles », lo cual puede ser cierto también, dado que mantener una situación de multiactividades puede ser complicada y devenir insostenible. Así, ese segundo dicho pone en suspenso al primero, y permite que el tiempo « haga su trabajo », aprovechando que el ser humano no es una máquina y eventualemte se fatigará.

En suma, un sin número de refranes y dichos de la abuela no sólo son medias verdades con niveles medios de probabilidad, sino que pueden utilizarse perversamente para generar un autocumplimiento o bien tener un efecto suspensivo hasta la ocurrencia de su contenido. Algunos los consideran « principios sociales », lamentablemente su naturaleza y abuso va más allá de ello.

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