Insomnios filodoxos

Acabo de terminar de escribir dos artículos interesantes, humildemente claro. Una copa de vino, 5 cafés y un red bul low-cost, pero aún así me pregunto por qué no tengo sueño. 

Ya recuerdo. Yo tenía un blog similar en wordpress. Y luego tuve otro con la misma tónica. El problema es que gestionar varias plataformas de blog es extenuante, y por qué no decirlo, aburrido. Las aplicaciones caseras para mi computadora antiquísima ya no funcionan. Seguro hay algo, pero el XP ya no aguanta.

El objetivo de este blog es mixto. Escribir cosas menos serias, algo más personales, aunque tampoco tan banales (complicado, no?)  y poner en borrador algunas ideas que por ser demasiado de opinión tal vez no quedan bien en los blogs profesionales que administro. 

En realidad me gusta "sofía" y no "doxa", pero bueno, uno no tiene el poder de decidir que es lo que creen los terceros respecto a lo que uno dice. Sólo tratar de decir, o escribir, las cosas lo más serio posible. El debate a veces es difícil pues algunos no reconocen el inmenso nivel de doxa de sus palabras. ¿Pero cómo decirles? Sí, justamente el debate se supone que es de argumentos, así sea convicciones vestidas de argumentos.

Dejando esto de lado, un poco de doxa no es mala. Al contrario, es divertida, sobre todo cuando no es confrontacional. De lo contrario, es tan estúpida como su emisor. Inteligencia emocional, le dicen. Vaya habilidad para controlar la agresividad de las discusiones. O la prepotencia de estas. O el ego inevitable del profesional. 

No soy comunicador, pero la teoría de la argumentación es algo que encuentro fascinante. Sobre todo por la cantidad de sandeces que admite a veces, cuando se aleja de las ciencias más exactas. O al menos eso creen algunos emisores. Interesante es observar como las convicciones se transforman en argumentos de la noche a la mañana o como las tautologías o pensamientos circulares pasan más desapercibidos conforme se incrementa el autoinflingido intelecto. 

Otro elemento argumentativo interesante, es cuando se ataca el emisor mismo. Es casi instintivo e inevitable. Pero no es válido. Al menos no tanto. Si una persona es conocida por decir tonterías, es altamente probable que lo que le siga también lo sea. Puede que no, pero su objetividad lamentablemente ya se vió comprometida. 

En fin, hay mucho que decir, un tanto que criticar y varios temas que quedarán sin resolver. Por ejemplo, hasta cuándo se resistirán a admitir que la inteligencia, la acreditación y eficacia profesional no van de la mano, y que la argumentación por conveniencia es el pegamento imperfecto de esa trilogía del desastre. El nuevo desastre peruano. 

Y es que antes había menos educados, pero eran tan ineficaces como ahora, aún más si eran rojos o cachacos (aquí si lo puedo decir). Aunque en esos tiempos la fuerza política o militar era lo que unía a los funcionarios públicos, ya sea por su carísma o la dureza de su carácter de cara al público. Ahí no había argumentación, había imposición. Y en estos tiempos es casi lo mismo. Se impone la eficacia meritocratica falaz y la lobby-democracia parasitaria. 

Pero bueno, son tantas cosas por decir, otras por pensar y muchas por hacer. Un merecido descanso es lo que falta. Mañana será un nuevo día, de esos días extraños que siempre tengo. Desordenados, pero divertidos. Más laboriosos que rentables. Más rentables que costos. Mañana toca educar, para automatizar procesos, y tener más tiempo libre. Y por qué no, escribir un poco más seguido por aquí. 

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